Evidencia científica y experiencia internacional refuerza el rol de los vaporizadores en los fumadores

30-05-2025

Bajo la consigna “Vapear no es fumar”, expertos revisan estudios recientes y subrayan el potencial de estos dispositivos como opción de menor impacto para adultos que no han logrado dejar el cigarro mediante métodos tradicionales.

Con la entrada en vigor de las advertencias sanitarias para los vaporizadores con y sin nicotina, regulados por la Ley 21.642 —que prohíbe su venta a menores de edad— se ha reactivado el debate público sobre el rol de estos productos en la salud pública. En este contexto, desde la plataforma ciudadana “Vapear No Es Fumar”, su vocero Ignacio Leiva plantea que “hoy el mundo reconoce a Chile como un referente en materia de regulación de vaporizadores de nicotina, a la par de países como Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos, ya que cuenta con una ley basada en la evidencia científica y la experiencia internacional para combatir el tabaquismo, permitiendo que muchos adultos puedan acceder a estos productos como una alternativa para dejar de fumar”.


En ese contexto, según Public Health England y el Royal College of Physicians, vapear es al menos un 95% menos dañino que fumar cigarrillos convencionales. La diferencia entre fumar y vapear es que mientras el cigarrillo produce combustión y humo, liberando más de 7 mil compuestos tóxicos y cancerígenos, los vaporizadores generan vapor, con niveles considerablemente menores de sustancias dañinas.


Por otro lado, la revisión de Cochrane de 2024 —considerada la fuente más confiable en medicina basada en evidencia a nivel global— concluyó que los cigarrillos electrónicos con nicotina ayudan a más personas a dejar de fumar que las terapias tradicionales, como los parches o chicles.


Por su parte, un ensayo publicado en el New England Journal of Medicine (Hajek et al., 2019) demostró que los cigarrillos electrónicos con nicotina duplican la tasa de éxito en dejar de fumar en comparación con las terapias tradicionales, como los parches o chicles de nicotina, cuando ambos métodos se acompañan de apoyo conductual. A un año de seguimiento, un 18% de los participantes del grupo de vapeo seguía sin fumar, frente al 9.9% del grupo que utilizó métodos convencionales. Si bien algunos fumadores mantienen inicialmente un uso dual (vapeo y cigarro), diversos estudios han mostrado que los cigarrillos electrónicos pueden actuar como un puente eficaz hacia la cesación completa, especialmente cuando se utilizan en un entorno regulado y con acompañamiento profesional.


"La nueva ley que regula el consumo de cigarrillos electrónicos ha sido celebrada como un hito legislativo de protección a la salud en Chile por parte de la OPS/OMS. Se destaca la protección a las niñas, niños y adolescentes y la limitación de la publicidad, ya que están en línea con las recomendaciones internacionales. Se hace necesaria una muy estricta fiscalización de la correcta implementación de la ley y el despliegue de campañas de educación de la población para seguir reduciendo la carga de enfermedad relacionada con el consumo de tabaco" destaca el ex diputado, coautor de la Ley del Tabaco, Dr. Marco Antonio Núñez


Si bien estos productos no son inocuos y no deben ser utilizados por no fumadores, organismos como la Organización Mundial de la Salud estiman que más de 8 millones de personas mueren cada año a causa del tabaco combustible. En ese contexto, el vapeo representa una herramienta de reducción de daño con base científica, especialmente relevante para quienes no han podido dejar de fumar mediante otros métodos.


“Desde el punto de vista médico, es incorrecto afirmar que vapear y fumar son equivalentes. El humo del cigarro está directamente asociado a múltiples tipos de cáncer, incluyendo pulmón, cavidad oral, laringe, esófago, estómago y vejiga. Es la combustión del tabaco lo que genera la mayor carga tóxica.


En cambio, los dispositivos de administración de nicotina sin combustión, como el vapeo, eliminan buena parte de esas sustancias, y por lo tanto pueden representar una alternativa de menor riesgo en ciertos contextos clínicos”, afirma el Dr. René Letelier, médico cirujano de la Universidad de Chile, magíster en ciencias médicas y máster en educación médica.

“Particularmente en pacientes con enfermedades oncológicas o en quienes no han logrado dejar el cigarro con terapias tradicionales, este tipo de dispositivos puede tener un rol como herramienta de transición. No se trata de decir que el vapeo es inocuo, pero sí de reconocer que existen diferencias sustantivas en exposición a tóxicos y que esa información debe ser parte de una estrategia de salud pública basada en evidencia, no en percepciones”, agrega.


El consenso entre diversos expertos apunta a que el objetivo debe ser proteger a los menores mediante controles de edad efectivos y estándares estrictos de calidad, sin limitar el acceso a alternativas de menor riesgo para fumadores adultos. Países como Estados Unidos, Reino Unido, Nueva Zelanda y Canadá han avanzado hacia una regulación equilibrada que prohíbe de forma tajante la venta a menores de edad y a su vez, establece exigentes estándares de seguridad y calidad para el consumo en adultos que no han logrado dejar el cigarrillo.

Este enfoque regulatorio ha demostrado resultados positivos, contribuyendo a una disminución sostenida en las tasas de tabaquismo. Se basa en tres pilares fundamentales: protección de menores, evidencia científica y garantía de calidad en productos diseñados exclusivamente para adultos.


“Chile enfrenta hoy un escenario regulatorio que permite impedir que los menores accedan a estos productos y que los adultos que han intentado todo para dejar de fumar, ahora puedan hacerlo con productos regulados y respaldados por nuestra autoridad sanitaria. La evidencia científica internacional y las experiencias internacionales de países referentes en temas de salud pública, han aportado elementos relevantes para el diseño de políticas públicas eficaces por parte de legisladores y autoridades de salud”, puntualiza Leiva.